martes, 18 de agosto de 2015

La Mesa Está Servida

Ciertamente esta invitación electoral para las elecciones parlamentarias el 6D. Se hace para todos y todas de manera democrática y con todas las garantías constitucionales.

Esa ha sido la realidad desde hace 16 años, mostrando al mundo que la participación y la pluralidad son la esencia del nuevo modelo político Latinoamericano.

Atrás quedaron las manipulaciones y componendas de partidos políticos y grupos de poder, ubicando de manera alterna la supremacía política y económica, para luego ejercer la continuidad de lo que podríamos llamar la gran fiesta del engaño.

En esta nueva ola democrática hemos sido testigos de convocatorias y rechazos, la democracia participativa y protagónica, hace de anfitriona para que se den todas las posibilidades de alternancia, que nadie se quede sin participar en la fiesta más importante de la democracia; la fiesta del pueblo libre y determinado en conservar su destino por una forma de vivir independiente a pesar de los problemas y calamidades; pero que también, esa independencia le produce la mayor suma de felicidad posible.

Como es de suponer, organizaciones políticas participan con pleno derecho, organizando sus estructuras, realizando procesos internos para elegir sus representantes y candidaturas, muchas veces se establecen alianzas para fortalecer las tendencias y converger entre factores.

Mientras los mecanismos de organización en cada tendencia se llevan a cabo con la participación de las bases, queda a menudo descontento por nombramientos e imposiciones de las llamadas cúpulas, algo casi inevitable en el ámbito partidista, se crean estrategias y se conforman ternas con la intención de asegurar la mayoría.

Lamentablemente, no todo es del agrado para aspirantes que se sienten con derecho a representar a su organización y que, son víctimas de la exclusión por diversos motivos, por ejemplo la nueva modalidad en la tendencia derechista de cancelar determinada cantidad de dinero para ser luego evaluada su posibilidad de participación.

También existe el castigo en forma de veto en algunos casos, porque la democracia partidista oculta ciertas formas de dictadura; parece contradictorio, pero en casi todos los partidos de derecha o de izquierda, no está permitido oponerse o disentir, la disidencia se paga caro: Los estatutos y fundamentos de los partidos políticos, en su mayoría, contiene artículos y numerales que explican razones y motivos para la expulsión de militantes, muchas veces se aplica la retaliación política emanada de liderazgos o cúpulas partidistas(…).

Las propuestas y promesas siempre serán utilizadas como mecanismo de persuasión, siendo la principal, la de ayudar para salir de la carencia o crisis tanto colectiva como individual. Las propuestas que se presentan en periodos electorales llevan siempre la misma tónica y casi el mismo discurso, como si fuera un libreto sui generis aplicado a politiquerías o demagogias indispensables en los partidos políticos.

Realmente se puede apreciar de manera clara que, a pesar de todas estas apreciaciones, válidas o no, se apuesta por la participación a la gran fiesta, referencia obligada de un país que vive intensamente la democracia a pesar de Guarimbas, guerra económica, amenazas de magnicidio, de golpe de estado, de invasión extranjera, de ocupación territorial, de las mil y una denuncias ante organismos internacionales y las más de mil mentiras elaboradas para la toma o destrucción del país.

Preciso es saber que todo lo que se intente por destruir o desacreditar la democracia, tendrá un alto precio en castigo, ese castigo es prolongable hasta que se haya disfrutado todo lo que está en la mesa.

Probablemente la arrogancia, la intolerancia, el oportunismo y la ambición, no dará paso a una nueva invitación, solo cuando se prepare otra mesa.

                                                                                    Agustín Ruiz
                                               Publicado en El Oriental el 13 de agosto de 2015

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