lunes, 11 de mayo de 2015

Máximo Canales El Irreverente


      Los que tuvimos la osadía de conocer a Máximo Canales, o mejor, a Paúl del Rio, no rechazamos esas formas de pintar y esculpir las diferentes maneras de revelar los desencantos, la rabia y la esperanza. Esa manera tan severa de formular la allanada para lograr los cometidos ante la visible y profunda desigualdad que no le permitía tomar el pincel y la paleta, que se decidió por el fusil para inspirarse en la libertad, llena de colores en el medio del pueblo. Fue Máximo a quien por primera vez le escuche decir con vehemencia; “esta debe ser una patria para todos”. Se sentaba casi acostándose por la incomodidad del banco que utilizábamos en la entrada de la escuela de Comunicación Social de la UCV, era casi una obligación estar sentados porque esculpía cada idea y cada palabra, matizaba sus esfuerzos por un futuro mejor, veía que se hacia tarde para darle color a su desesperación. San Carlos no le separo del martirio por una patria justa, era justo que así fuera, sentía que la construcción estaba ahí, había que tomar el futuro en las manos para tenerlo y no perderlo, ya se notaba una silueta de color azul como el cielo, era el color del cambio que al final era su arma para dejarla como legado. Contando su experiencia en las FALN, rechazaba cualquier signo de opulencia y humillación, un día muy frio, caminando hacia el Aula Magna para un concierto, o una cantata de Ali, Ana Martin y los Guaraguaos, expresaba con carácter; “ojalá estas vainas que se hacen sirvan para que la gente se despierte de esta tragedia política imperialista”, no se equivoco Máximo, así fue. Repetía en cada encuentro con diferentes formas, matices y colores la misma esperanza, “este país debe ser para todos, estudiantes, obreros, campesinos”, era necesario estar con alguien como el, un artista de la libertad y pintor de luces. Sus relatos de guerrillero revolucionario nos permitían trasladarnos a espacios de su mente, Di Stefano, el MIR, la toma del buque Anzoátegui, su inspiración en el capitán Manuel Ponte Rodríguez, comandante de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, muerto en el San Carlos sin asistencia medica, una de las tantas victimas de Rómulo Betancourt, nos conto sobre el caso Guerra y Millán o La Masacre del Liceo Sanz en Maturín, tantas vivencias crearon nudos entre tantos jóvenes que hasta hoy, se mantienen con la esperanza de continuar con esa forma y color que nos dejaste en tu lucha revolucionaria por tener una patria para todos. Honor y Gloria Comandante Máximo Canales, tu arte permanecerá como símbolo de la lucha que todavía sostenemos por los derechos humanos, la participación e inclusión del pueblo como máximo protagonista en los destinos de la patria y para así plasmar en el lienzo del futuro una verdadera y justa patria para todos.

Agustín Ruiz